L'ombra del vento






Sentir la brisa y ver
la sombra del viento pasando sobre nosotros

Que las cosas nos rozan
nos cubren y descubren


Estar inmovil y observar
prestar atención
para atisbar el fulgor antes de que se agote


Asomarse en la puerta entreabierta
sin saber que esperar


El grajo vano o el país de los verdiblancos




Había una vez un país muy lejano, tan lejano que era precisamente aquel en que yo vivía, en el que la gente se dividía en dos bandos: los verdes y los blancos. Pero esto era sólo un decir, ya que los verdes y los blancos eran iguales, aunque disfrutaban de criticarse los unos a los otros.

Para hacer este divertimento más interesante, pactaron que el gobierno del país lo asumirían en forma alternada: Cada 5 años, si los verdes gobernaban, los blancos decían que ya era suficiente de robo y mentira, se hacían elecciones y ganaban los blancos, que eran iguales.

Esto se repitió ritualmente hasta que a alguien se le ocurrió la descabellada idea de que podía haber algo diferente a los verdes y los blancos; estaba convencido y convenció a todos de que el rojo era el fin de los robos y las mentiras.

Muchos verdes y blancos se hicieron rojos y lograron engañarse unos a otros, hasta que, poco a poco, se les empezaron a caer las plumas rojas y los que eran verdes fueron más verdes y los blancos, más blancos que nunca.

Comenzaron a insultarse como era en antaño, pero ya no querían gobernar alternadamente, por lo que pactaron usar lentes rojos , hacerse la vista roja, robar y mentir por siempre y prohibir terminantemente la lectura de Samaniego.