(1977, Autoretrato en disolución) La relación que en Occidente existe del alma con el espíritu, con oposición a la razón, nos hace difícil concebir un ejercicio intelectual asociado al sueño y a pensar en el alma como una entidad de conexión con lo místico. Podemos rastrear esta dicotomía alma-razón a lo largo de la tradición judeocristiana, pero para los griegos el alma no sólo tiene facultades racionales, sino que se comunica, en tanto que es conciencia, en términos incluso pragmáticos con el hombre.
Bajo esta concepción estaríamos orientados a decir que “Primero sueño”, a pesar de su título, no puede ser producto de una experiencia onírica: su construcción es excesivamente intelectual, no sólo en la forma sino, sobre todo, en su contenido. Veríamos el sueño, utilizado por Sor Juana para desarrollar su poema, como una metáfora del ensimismamiento, de la profunda meditación, en la que ella se embarcó en busca del entendimiento del orden cósmico y sus orígenes. No es una búsqueda mística la de Sor Juana, es una búsqueda de iluminación a través de la razón.
Pero la búsqueda intelectual que referimos no es de un hombre abstracto, esa búsqueda la aborda Sor Juana desde y con sus referentes: Sor Juana toma su enciclopedia con la esperanza de terminar de dar con esas conexiones ocultas que nos permiten encontrar a dios con la razón. En este sentido, tal como afirma Octavio Paz, es un poema muy personal y su análisis de contexto y referentes es imprescindible si queremos aproximarnos al universo de Sor Juana.
Jung afirmaba que todo lo que sucede en la consciencia puede suceder también de manera inconsciente, atribuyéndole al almatodas las facultades conscientes, entre ellas la razón. En la afirmación de Jung veo un implícito “viceversa” y esto nos lleva a entender que los procesos intelectuales no sufren una detención durante el sueño, para ser retomados al despertar, muy por el contrario se dan de forma continua. La diferencia es que en la vigilia la capacidad evocativa nos lo hace ver con mayor claridad. Por otra parte el sueño, en la concepción platónica en la que Sor Juana se mueve, es un estado en el cual el alma queda liberada de los obstáculos que el cuerpo, sobre todo los sentidos tradicionales y las necesidades fisiológicas, le imponen. Nos aventuraríamos a decir que el sueño, en tanto que incursión en el inconsciente, no sólo es un estado propicio para el ejercicio racional, sino que es más propicio que la vigilia cuando los objetos que sometemos a escrutinio no son percibiles por los sentidos. En el caso de Sor Juana, estos objetos no son ni más ni menos que los elementos constituyentes del cosmos.
El hecho de que “Primero sueño” no sea un poema soñado, tal como afirma Octavio Paz y nosotros hemos tratado de sustentar, en el sentido tradicional, nos lleva a mirar con mucho más cuidado la pregunta que motiva estos comentarios: ¿Qué sueña Sor Juana? Veamos un fragmento del poema, correspondiente a los versos 757 al 769:
Pues si a un objeto solo —repetía
tímido el pensamiento—
huye el conocimiento
y cobarde el discurso se desvía;
si a especie segregada
—como de las demás independiente,
como sin relación considerada—
da las espaldas el entendimiento,
y asombrado el discurso se espeluza
del difícil certamen que rehusa
acometer valiente,
porque teme —cobarde—
comprehenderlo o mal, o nunca, o tarde,[...]
Podríamos proponer, con el auxilio de los versos citados, que en efecto Sor Juana no utiliza al sueño como metáfora caprichosa, atractiva, para cubrir a su poema de un aire enigmático. Para las exploraciones que el poema emprende podría haber utilizado las imágenes de la meditación, del cálculo que tan bien conocía, pero elige el sueño y la razón es que el razonamiento consciente, si bien puede abordar elementos individuales, agrupaciones medianamente completas e incluso sistemas, en cuanto nos movemos más en el eje de la complejidad la realidad en estudio se hace inabordable y optamos por su estudio fragmentado.
Este estudio fragmentado no tiene sentido si lo que queremos entender es precisamente el orden cósmico, debemos poder verlo “todo” de una vez para entenderlo, de lo contrario estaríamos condenados (como lo estamos) a contemplar destellos o epifanías escurridizas de ese gran orden. Sor Juana se embarca en “su sueño” en busca de una visión integral e integrada del cosmos. Esta visión no le es permitida sino al alma, al menos esa es su esperanza, y lo expone con claridad en los versos 281 al 291:
[...]
las imágenes todas de las cosas,
y el pincel invisible iba formando
de mentales, sin luz, siempre vistosas
colores, las figuras
no sólo ya de todas las criaturas
sublunares, mas aun también de aquellas
que intelectuales claras son Estrellas,
y en el modo posible
que concebirse puede los invisible,
en sí, mañosa, las representaba
y al alma las mostraba.
Pero la empresa del poema es una empresa fallida. Sor Juana no cae en la tentación de enredarnos en versos que nos hagan suponer que logró lo que buscaba, como muchos lo han hecho, apelando al carácter de inefable de sus visiones. La honestidad intelectual de Sor Juana es de tal magnitud que su fracaso es expresado, en forma reiterada y clara, por ella misma en el poema (v. 827 al 830):
Mas mientras entre escollos zozobraba
confusa la elección, sirtes tocando
de imposibles, en cuantos intentaba
rumbos seguir [...]
Aquí el despertar, no sólo de Sor Juana sino de nosotros lectores presos de su magistral escritura, se hace inevitable ante el fracaso.