But the very senses as they touch
The wind-gloss. Or as daylight comes,

Like Light in a mirroring of cliffs,
Rising upward from a sea of ex

Wallace Stevens



Cuando era niño
me gustaba que el sol me encandilara
cerraba los ojos
y aparecía en mis párpados un caleidoscopio
fugaz e irrepetible


Me mecía en un columpio de madera roja
cada vez más alto
persiguiendo al sol en su agonía
para llevarme su último fulgor
en mis ojos


Sentía entonces caer la noche
la sombra golpeaba mi frente
y penetraba mi cuerpo
-eso lo comprendo ahora
cuando la insolación
no es la respuesta materna
ahora que sé que no es el
sol que sale
sino la
sombra
que entra-


Bastaba el primer leve rayo del amanecer
para sentir el frío huyendo por los dedos


Hoy hago la prueba con la lámpara del techo
-la luz de la mesita es muy leve

y el columpio está roto-
pero el caleidoscopio ya casi extinto
no ayuda a superar el miedo


Urge entonces salir.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Podría regalarte un caleidoscopio y arreglar tu columpio roto, sin embargo es posible que la necesidad de salir sea más grande que esa pequeña ranura entre las piedras que se ve en la fotografía, ese pequeño espacio que nos deja la vida para salir cuando dejamos de ser niños.
Siento muy emotivo este texto en comparación a otros tuyos que ahora recuerdo.

post-scripta dijo...

el sol siempre está del otro lado de la pared...
tembién está la luna, que produce otros efectos

dos besos!

Maria D. Torres dijo...

No es el sol que sale, sino la sombra que entra...

A veces, José, a veces-
Otras veces el sol SI sale y te encuentras algun columpio en buen estado donde te puedes mecer y revivir.
Suerte!

Araña (A.C.) dijo...

Cuando era niña, me gustaba el sol.
Saludos.

(....) dijo...

Tempus tracendi José, luz refractaria, temores y abismos sobre el columpio que nos mece cada día, cada noche, sobre la grama de un parque, sobre la nada. La niñez, sí. Hay que despertar y sentir cómo la piel erizada reivindica al día que somos y la memoria de los que dejaron de ser.
saludos

Verónica Cento dijo...

José

Hace un par de semanas comencé un intento de poemario sobre mi infancia. Y nunca imaginé que pudiese rescatarse tanto desde ese lugar recóndito, para algunos, insuperable.

Veo que lograste unos muy buenos versos rememorando aquellos viejos tiempos.

Saludos, José