Esa noche Armando Rojas Guardia hizo una presentación de una lucidez sobrecogedora. Le pedí el manuscrito, ofreciéndome a trascribirlo. Uno debe siempre escuchar a sus instintos (¿alma?). Pasé dos noches trascribiendo y corrigiendo, a través del teléfono con Armando, el texto que luego se publicaría en el Papel Literario. Hoy me siento agradecido.
Noches más tarde de esa de Luz Oval estábamos en El Hatillo en una lectura de poemas de Armando. Allí leyó, como siempre lo hace, su "Mística del árbol":
Al regresar de El Hatillo Victoria de Stefano me comentaba que para su obra el árbol también era esencial y recordaba a un compañero furtivo de caminatas por el Parque del Este, un chino, que le enseñó a abrazar a los árboles.
Hoy sentí caer tristes hojas de las ramas de mi corazón, cuando finalmente todo esto se reveló, se conectó. Llegué temprano a la UCV y antes de mi clase me fui a una esquina de la "tierra de nadie" a abrazar a un árbol, como lo hice aquella noche de Luz Oval.
La flor deja que el mundo hable...
Elizabeth Schön
5 comentarios:
la tendremos siempre con nosotros
ella en cada árbol
en cada abrazo
hermosa despedida
dos besos
Muy hermoso José lo que escribiste
yo tu be la suerte que en un taller de poesía que hise Elizabeh Schon fue de invitada
Ademam de gran poeta era(es)una persona muy dulce, cariñosa en su trato con los demás
y de Armando Rojas Guardia que te puedo decir
ME ENCANTA
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UN ABRAZO
Los árboles y las flores están tan inmóviles y quietos que nos transmiten esa paz y silencio porque es el mundo el que habla y posiblemente sean muy diferentes los abrazos físicos a otro ser, pero las miradas en silencio se parecen a los árboles, las palabras de los verdaderos poemas también.
un abrazo José
Hola José, buena crónica.
saludos
Hola José,
Dónde estás?
Escribe.
un beso
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