se escapa si aquello que lo alberga no desaparece ante los ojos,
si no es cómplice del conjuro.
Todo esto es verdad para el arte, pero sobre todo para el arte moderno.
Por eso no es inconcebible un ventanal en el que la ciudad se convierta en "la obra",
o un balcón en que los visitantes se convierten en "la obra".
Podemos caminar como suspendidos para entrar en cubos misteriosos
u ofrecer nuestro sueño como obra.
P.D: Había un rollo a color en el maletín y lo monté en el MoMa. No entiendo el color, trato de componer con sombras y formas, no con colores, por eso considero que el color en estas fotos, más que accidental, es incidental.