Escuché la mar
en tristes momentos,
escuché los vientos
y me eché a llorar

Ana Enriqueta Terán


Me ofreces sólo
la posibilidad del desamparo
un epígrafe que a la vez
es epitafio

Qué me pides
que ya no te haya dado

Te llevaste con el viento
todas mis palabras
y me has devuelto
sólo los lamentos

Hilo sonidos que invocan
mis temores
y una precariedad
omnipresente

4 comentarios:

Mariuska Arapé dijo...

Querido José:
Duro poema. Epígrafe y epitafio. Algo así he estado sintiendo yo. Besos,
mc

(....) dijo...

La savia que hay en los desiertos, humedad muy íntima. Regia.
Saludos.

Sybil Caballero Cubillán dijo...

Extraña ambiguedad, epigrafe que inaugura la vida como comienzo de un texto, abierto, lleno de posibilidades y el epitafio que viene y nos anuncia el final, porque ya nada es posible, es una paradoja irresuelta, quizá.

Vida y muerte, comienzo y fin. &Me ofreces solo la posibilidad del desamparo@ casi una sentencia, entre soledad y ausencia de otredad.

Unknown dijo...

Solo te digo que me gustó mucho este poema, el resto, el silencio a su final y lo que queda, eso, lo dice todo.